domingo, 7 de octubre de 2018

 LOS HERMANOS ROSARIO DEMOSTRARON
QUE SON LOS DUEÑO DEL SWING.

Más que un concierto de aniversario, lo que montó Cesarito Suárez y produjo Alberto Zayas fue una especie de segmento artístico del premio Soberano, trabajado al más alto nivel, con los elementos coreográficos premiun, un despliegue de tecnología de punta en materia de diseño gráfico, proyecciones, efectos especiales, regiduría de escena, montaje, rítmo, “timing”, un excelente desempeño y dominio escénico de Los Rosario y Toño, merced a una bien articulada secuencia  interactiva, que le confirieron a Dinastía Rosario 40 aniversario los más altos niveles  que cualquiera pudiera desear. 

Todo fundamentado esencialmente en lo musical, sin testimonios  con fílmicas aburridas a los que los productores “chanfles”  suelen apelar cada vez que organizan un espectáculo aniversario o el homenaje a un artista. A ese recurso desgastado reducen sus “producciones”.


El de Los Rosario fue “mucho con demasiado”, como dicen, pues no cualquiera reúne a tantos invitados de relieve como Anthony Santos, que cuando entró al escenario, el Palacio de los Deportes se vino abajo. Lo mismo que Johnny Ventura, el salsero puertorriqueño Víctor Manuelle, Los Ilegales, Rafeli, todos en algún momento entraron a un escenario lleno de luces, fuegos artificiales, proyecciones, con el sonido de una banda formidable, sin baches ni nada que desluciera la gran producción.

Y no vamos a decir que fue un concierto “histórico”, porque esa palabra la han quemado ya muchos que presentan espectáculos de “chuflay” para darse pompa.
Quien no lo haya visto se perdió de algo grande, trepidante, rítmico, alegre, fuera de serie.

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